miércoles, 23 de febrero de 2011

Un patinazo


La hermana secreta del rey

27 años después de morir Leopoldo, se atribuye otra hija secreta a la dinastía de Sajonia-Coburgo | Leopoldo III, padre del actual rey belga Alberto II, tuvo una hija no reconocida con una patinadora austriaca

La casa real belga es una caja de sorpresas de la que a menudo surgen hijos concebidos fuera del matrimonio o no reconocidos por sus progenitores, los varones de la dinastía de los Sajonia-Coburgo. La tradición arranca con el primer rey de los belgas, Leopoldo I, y llega sin interrupción hasta hoy, Alberto II.

Veintisiete años después de la muerte de Leopoldo III, padre de Alberto, un libro sobre los dramas de la realeza belga entre 1935 y 2002 ha revelado la existencia de una hija secreta del monarca. Se llama Ingeborg Verdun, tiene 70 años y vive en Estados Unidos, desde donde ha dado una entrevista a una revista belga. En ella revela que siempre sospechó de su paternidad y que sólo hace 20 años supo al fin por su madre quién era su verdadero padre. “Mi vida está destrozada”, dice.

La historia se remonta al invierno de 1939-1940, cuenta el periodista Leo van Audenhaege en De Küssnacht a Argenteuil, dramas de la casa real belga. “Los estanques de Laeken estaban helados y el rey quería contratar a una monitor para dar clases de patinaje a sus hijos”, los príncipes Carlota, Balduino y Alberto. Leopoldo, que había enviudado hacía menos de cinco años, hizo llamar al famoso patinador belga Robert Verdun, pero este prefirió enviar a su esposa, Liselotte Landbeck, campeona mundial de patinaje procedente de Austria.

Entre los hielos de los parajes reales surgió un romance prohibido que un año después desembocó en el nacimiento de una niña. A la maternidad de Amberes llegaron numerosos ramos de flores procedentes de palacio y un retrato firmado del soberano, cuenta van Audenhaege. Su madre decidió llamar a la niña Ingeborg, un nombre que entronca con el origen sueco de la viuda del monarca, la querida reina Astrid, fallecida en 1935 en un accidente de tráfico en Küssnacht (Suiza); en la retahíla de nombres que le asignó figura también el de Leopoldo. La princesa del hielo no pudo ser reina: la relación acabó de forma abrupta, por imposición de la madre del rey, Elisabeth de Baviera. Poco después Leopoldo se enamoró perdidamente de Lilian Baels, con la que contrajo matrimonio durante la ocupación alemana y en contra del criterio de la clase política belga.

Liselotte Landbeck se divorció, cambió Bélgica por Suecia y contrajo de nuevo matrimonio. Actualmente vive retirada “en una residencia de ancianos en algún lugar soleado del sur de Europa”, cuenta el autor del libro, que prefiere no dar más pistas sobre el paradero de la antigua patinadora, de 95 años de edad. Desde su domicilio en Estados Unidos, su hija Ingeborg ha hablado por teléfono al semanario flamenco Humo: “Nunca conocí a ese tipo, no tengo ninguna foto suya. Por lo que yo sé, mi madre raramente volvió a verlo después de mi nacimiento”, recoge la revista.

La casa real belga ha optado por no reaccionar ante estas revelaciones que, por otro lado, no han sorprendido a los expertos. Es sabido que tras la muerte de la reina Astrid, Leopoldo atravesó años difíciles y también que siempre se sintió muy atraído por las mujeres. Tuvo más de un romance y, según se ha sabido ahora, por lo menos un patinazo.