miércoles, 23 de marzo de 2011

Construcció d’una ciutat












La cuadrícula del mapa de Manhattan cumple 200 años

Nueva York. (EFE).- La cuadrícula del mapa de Manhattan, la más famosa del mundo, cumple hoy dos siglos como una exitosa opción urbanística, que permite desde saber dónde se está en todo momento hasta disfrutar cuatro días al año de unas impresionantes puestas y salidas de sol.

El 22 de marzo de 1811 se aprobó el plan urbanístico por el que las calles de Nueva York -por entonces sólo Manhattan- formarían una cuadrícula perfecta: Once avenidas recorrerían de norte a sur la isla y serían cortadas en ángulos rectos por 155 calles.

Esa fue la respuesta de los comisionados Gouverneur Morris, John Rutherfurd y Simeon De Witt al encargo de "distribuir las calles para que se integren en conveniencia y beneficio públicos y, en particular, favorezcan la salud pública".

El plan original -que consideró que los ángulos rectos eran los más económicos para edificar y los más cómodos para vivir- era muy similar al vigente en la actualidad, aunque no contaba con el imprescindible Central Park ni con las avenidas Madison y Lexington.

La idea siempre se ha considerado visionaria, sobre todo si se considera que hace dos siglos la mayor parte de los 60.000 habitantes vivían al sur de la calle Houston (la calle 0, por entonces Calle Norte) y la mayoría del territorio de Manhattan era bosques, granjas y terrenos agrestes.

Los responsables de aquel mapa, conocido como trazado hipodámico y que tiene su base en diseños griegos, acordaron que las calles estarían separadas entre sí unos 60 metros y las avenidas entre 150 y 275 metros.
"Las cuadras de 60 metros eran suficientemente cortas como para dar una constante diversidad a los transeúntes", explicaba esta semana al New York Times la directora de planificación urbana de la ciudad, Amanda Burden.

Al mismo tiempo, las vías eran suficientemente anchas como para facilitar "la libre y abundante circulación de aire" y evitar así alimentar la propagación de epidemias, una prioridad por entonces, pero que luego también serviría para acomodar el tránsito de automóviles.

Sin embargo, este diseño para distribuir y comercializar los terrenos de la mayor parte de la Gran Manzana -que de un plumazo multiplicó por cinco su superficie urbana- también recibió críticas por su rigidez y monotonía, y generó protestas sociales porque exigió la demolición de muchos edificios antiguos.

Pero también dio lugar al fenómeno conocido como "manhattanhenge" (juego de palabras con Stonehenge, monumento prehistórico en Inglaterra), que ocurre cuando el punto en que sale o se pone el sol se alinea con la recta que dibujan de este a oeste las calles de la isla, donde es raro ver ponerse el sol en el horizonte porque lo suele tapar un edificio.

Si la cuadrícula estuviera perfectamente orientada al norte este fenómeno ocurriría en los solsticios, pero al estar inclinada unos 30 grados al este las fechas varían, y para este año se prevé que los próximos "manhattanhenge" sean el 30 de mayo y el 12 de julio.

Esos días se podrá ver el sol bajando encañonado entre los rascacielos hasta ponerse en el río Hudson, algo que fascina a los neoyorquinos y moviliza a cientos de aficionados, que acuden al este de las calles más anchas (14, 23, 34, 42 y 57) para fotografiar este fenómeno.
Este fenómeno (que ocurre en otras ciudades con cuadrícula, aunque el "encañonamiento" del sol no es tan pronunciado como en Nueva York) se repite con los amaneceres de dos días en torno a las fechas del 5 de diciembre y el 8 de enero.

Así, al menos por cuatro días al año nadie se pueden quejar de tener una cuadrícula tan perfecta por mapa, un diseño que, según el urbanista Rem Koolhaas, "dio una insospechada libertad a la anarquía de las tres dimensiones", en referencia al enloquecido crecimiento de la ciudad en altura, para regocijo de especuladores inmobiliarios que pueden explotar al máximo el espacio de una ubicación valiosa.

Además la cuadrícula -atravesada por la diagonal Broadway- alimenta la sensación "déjà vu" de quienes visitan Nueva York por primera vez, ya que, además de haber visto casi cada esquina de la ciudad en películas y series, es difícil sentirse perdido cuando se sabe perfectamente dónde está cada calle y avenida.