martes, 3 de noviembre de 2009

Grampus griseus

La intensa actividad humana en los mares del planeta está provocando una seria disminución de esta especie, llegando a ponerla en peligro. Entre las actividades que suponen una amenaza contra los calderones, unas veces de forma accidental y otras de manera provocada, debemos destacar la contaminación acústica, provocada por el aumento del tráfico marítimo, las prospecciones petrolíferas, los radares y, especialmente, los sonares. Otro factor con una fuerte relevancia en la conservación de los calderones, y de otros cetáceos, es la contaminación procedente de organoclorados, metales pesados, pesticidas, DDT, mercurio, y la ingestión de plásticos, cuerdas y otros residuos, siendo su origen el vertido de residuos desde embarcaciones y desde la industria y poblaciones de la costa. Además, está la afección a su cadena alimenticia y la acumulación de contaminación en la grasa y órganos internos de estos cetáceos. También de gran importancia, especialmente en algunas zonas del planeta, son las pesquerías, ya que los calderones son cazados para ser usados en el consumo humano o como cebo para pescar. En Sri Lanka es la segunda especie en cantidad utilizada en la industria pesquera, y en Japón se utilizan como fertilizante y son eliminados por su competición con la pesca. Mientras que en Perú, algunas islas del Caribe, el Mar Negro o en islas del Pacífico los calderones son simple materia prima. Además, la pesca accidental con diferentes artes de pesca –jábega, arrastre, redes atuneras, redes de deriva, etc.–, causa la muerte de calderones, siendo frecuente encontrar ejemplares mutilados, ya que cuando se han quedado enredados en las redes de pesca en vez de liberarlos les amputan una o varias aletas –caudal, dorsal o pectorales–, causándoles la muerte tras una horrible agonía. Otras causas de la reducción de sus poblaciones son la destrucción mecánica de fondos, realizada por el uso de artes de pesca de arrastre; la escasez de alimento por la sobreexplotación de caladeros; el tráfico marítimo y las colisiones que provoca; el turismo de avistamientos de cetáceos, que provoca importantes molestias; y la captura e ejemplares en libertad para su exposición en acuarios.

En las Islas Feroe, cada año matan a cientos de estos animales ya que por su geografía, su economía se basa principalmente en la exportación y el uso de la carne de este cetáceo.

Esto a provocado protestas de varios grupos conservacionistas pues como se menciona anteriormente, este tipo de delfín se encuentra amenazado.