martes, 25 de mayo de 2010

DEUDAS y BURROS (para entender como hemos llegado hasta donde nos encontramos)

La historia se repite. Una forma de ver la crisis económica…

Un señor se dirigió a una aldea donde nunca había estado antes y ofreció a sus habitantes 100 euros por cada burro que le vendieran.

Una parte de la población le vendió sus animales y el resto no lo hizo.

A la semana siguiente volvió y ofreció mejor precio, 150 por cada burrito, y otro tanto de la población vendió los suyos , quedando unos pocos sin venderlo. Para liquidar la operación, volvió a la semana siguiente ofreciendo 300 euros y el resto de la gente vendió los últimos burros.

Al mes siguiente, sabiendo que ya no quedaban burros en la aldea por comprar, se acercó de nuevo, ofreciendo 500 euros por cada burrito, dando a entender que los compraría a la semana siguiente, y se marchó.

Al día siguiente mandó a su ayudante con los burros que compró a la misma aldea, para que ofreciera los burros a 400 euros cada uno. Ante la posible ganancia a la semana siguiente, todos los aldeanos compraron sus burros a 400 euros, y quien no tenía el dinero lo pidió prestado. De hecho, compraron todos los burros de la comarca. Como era de esperar, este ayudante desapareció, igual que el señor, y nunca más aparecieron.

Como resultado, la aldea quedó llena de burros y de endeudados.

Los que habían pedido prestado, al no vender los burros, no pudieron pagar el préstamo.

Quienes habían prestado dinero se quejaron al ayuntamiento diciendo que si no cobraban, se arruinarían ellos; entonces no podrían seguir prestando y se arruinaría todo el pueblo.

Para que los prestamistas no se arruinaran, el Alcalde, en vez de dar dinero a la gente del pueblo para pagar las deudas, se lo dió a los propios prestamistas. Pero estos, a pesar de haber cobrado una gran parte del dinero, no perdonaron las deudas a los del pueblo, que siguió igual de endeudado.

El Alcalde dilapidó el presupuesto del Ayuntamiento, el cual quedó también endeudado.

Entonces pidió dinero a otros ayuntamientos; pero estos le dijeron que no podían ayudarle porque, como está en la ruina, no podríán cobrar después lo que le presten.

Y la situación final fue que:

Los listos del principio, forrados.

Los prestamistas, con sus ganancias resueltas y un montón de gente a la que seguirán cobrando lo que les prestaron más los intereses, incluso adueñándose de los ya devaluados burros con los que nunca llegarán a cubrir toda la deuda.

Mucha gente arruinada y sin burro para toda la vida.

El Ayuntamiento igualmente arruinado.

Para solucionar todo esto y salvar el pueblo, el Ayuntamiento subió los impuestos, paralizó las inversiones y bajó el sueldo de los funcionarios.