Con la
actual coyuntura económica han aumentado las crisis de pareja, uno de los
problemas que generan mayor sufrimiento en el ser humano. Bien lo sabe el
reputado psicólogo Antoni Bolinches, de 66 años de edad y afincado en
Barcelona. Pero lejos de que esto se traduzca en un incremento de separaciones,
según Bolinches, hay parejas que “positivan la adversidad y salen fortalecidas
del proceso”. Hacer de la necesidad virtud y saber gestionar bien las crisis
es, precisamente, una de las lecciones que aporta Amor al segon intent
(Cossetània Edicions), una guía para superar el sufrimiento amoroso y facilitar
el amor armónico. Las conclusiones y las teorías que expone el libro están
basadas en el estudio clínico y sociológico de los factores que nutren y dificultan
la pervivencia del amor.
Además,
Bolinches ha publicado diversos títulos, entre los que destaca Sexo Sabio. El
autor, licenciado en Psicología, máster en Sexualidad Humana y con una
trayectoria de más de 35 años, es conocido también por aplicar la terapia
vital, que aboga por aprender de las vivencias malas y disfrutar de las buenas.
- ¿Es
posible tener mala suerte en el amor?
-
Quien tiene mala suerte en el amor es quien no aprende de las crisis amorosas;
la suerte nos la ganamos con nuestra actitud positiva. Como dijo el famoso
golfista Gary Player, “cuanto más practico, más suerte tengo”.
- En
la edición actualizada de su último libro afirma: “Quien a la tercera no
acierta, difícilmente lo hará en las relaciones posteriores”. Explíquese.
-
Porque debemos preguntarnos qué está pasando y si el problema es que no estamos
aprendiendo de lo que nos ocurre. Las personas, si queremos tener éxito en el
amor, como en cualquier otro ámbito de la vida, tenemos que aprender de los
fracasos y tener claro que los buenos momentos son para disfrutar y los malos,
para aprender.
-
¿Cómo se aprende de una mala experiencia?
-
Positivando el sufrimiento que nos produce ese mal momento y, para eso, en
lugar de culpabilizar al otro, que es lo frecuente en los conflictos de pareja,
lo que hemos de hacer es rectificar, es decir, autocriticarnos. Quizá no
salvaremos a la pareja, pero seguro que mejoraremos.
- ¿Por
qué muchas relaciones fracasan?
- En
muchos casos nos emparejamos para que nos den, no para aportar, y la pareja
funciona más en función de lo que aportas que de lo que pides. El arte de
enamorar es el arte de mejorar. Las personas no nos quieren por nuestra
necesidad de ser queridas, sino por los factores positivos que aportamos a la
relación, por tanto, si yo mejoro, yo enamoro.
- Para
recibir hay que dar.
-
Exactamente, pero no se trata de dar y recibir en el sentido de que exista una
contraprestación. No es que yo te doy porque tú me das, sino que nos damos los
dos porque nos queremos dar. Es reciprocidad.
- Dar
para complacer.
-
Convivir implica conceder, pero no hay que confundirlo con “ceder”. Yo concedo
cuando quiero hacer una aportación positiva al otro; en cambio, cedo cuando
tengo miedo de perder al otro. La concesión me enriquece porque la disfrutamos;
la cesión para complacerte a ti, como me empobrece a mí, tarde o temprano te
empobrecerá a ti también.
- Pero
encontrar el equilibrio entre “ceder” y “conceder” no es tan fácil.
- Solo
se encuentra con un proceso de maduración personal, armonizando el placer
suficiente con el deber necesario. La gran escuela del aprendizaje vital que
nos permite madurar es la pareja. Ninguna relación es tan compleja, tan rica ni
tan plena, pero a la vez tan potencialmente conflictiva porque se mezclan
muchos roles distintos: amigos, familia, padres, amantes, compañeros,
solidarios…
-
Parece un defensor a ultranza de la pareja.
- Como
no hemos encontrado una manera mejor de organizar la sociedad que la pareja, lo
que hemos de hacer es gestionarla mejor. Es cierto que está en crisis, pero
como relación, no como institución. No hay otra fórmula alternativa a pesar de
que se han intentado varias.
-
¿Cuál es el gran problema de este tipo de relación?
- La
pareja es un buen escenario para el amor pero no es tan buen escenario para
mantener el deseo sexual. El nivel de simetría en derechos y deberes, funciones
sociales y libertad sexual al que hemos llegado hombres y mujeres hace que
todos encontremos a lo largo de la vida muchas personas que no son nuestra
pareja y que, precisamente, nos resultan más atractivas porque no son nuestra
pareja.
- ¿Por
qué sucede?
-
Todos tenemos defectos y virtudes, y en la convivencia los principios de
habituación y de saturación hacen que aquello que veo bueno en ti sea menos
bueno porque me he habituado, y aquello que veo más malo en ti sea más malo
porque me he saturado. Evidentemente, el sentimiento amoroso se resiente, y es
cuando la persona queda predispuesta a infidelidades y enamoramientos
alternativos, que es el primer factor de riesgo de conflictos entre las parejas
jóvenes.
- Algo
que ocurre a menudo, a juzgar por las estadísticas.
- Los
defectos han restado puntos a la pareja y las virtudes se han deteriorado;
mientras que a la nueva persona, como solo le conoces la cara, de entrada, solo
le ves virtudes.
-
¿Cuántas parejas logran superar una infidelidad?
- Cada
tres infidelidades, una se regenera gestionando bien la crisis; otra tercera
parte rompe como consecuencia de la infidelidad; y el resto de relaciones se
deterioran y acaban rompiendo en un plazo más mediato porque no acaban de
digerir lo que ha ocurrido.
-
También están los que escogen jugar a dos bandos.
- Eso
es más típico del hombre, que para ser infiel solo necesita encontrar un sujeto
erótico atractivo que esté dispuesto y disponible. La infidelidad de la mujer
es más peligrosa desde un punto de vista de la estabilidad emocional de la
pareja porque casi siempre implica mayor inversión amorosa.
-
Curioso.
-
Además, hay un comportamiento notablemente distinto: un porcentaje
significativo de las mujeres, antes de ser infiel, plantea una crisis de pareja
para no sentirse culpable –“oye, esto no es como yo quisiera”, “la relación se
ha deteriorado”, “no estoy segura de mis sentimientos”, le dicen al marido-, y
entonces se permiten la licencia de consumar la infidelidad o de convertir el
enamoramiento alternativo en un intento de nueva relación.
- ¿Qué
otro común denominador suele tener la infidelidad masculina?
- En
cambio, el hombre tiene menos sentimiento de culpa: venimos de una cultura
sexista en la que el varón con cuantas más mujeres iba, más hombre se sentía.
En estos momentos las mujeres no aceptan esa diferencia de comportamiento y,
lógicamente, son coherentes con la fidelidad que ofrecen, por tanto, también la
piden. A pesar de eso, las mujeres siguen perdonando más a los hombres que los
hombres a las mujeres.
- En
el libro dice que la mitad de las personas que abandonan a su pareja por otra
se arrepienten de su decisión. ¿Por qué?
- Es
cierto que alrededor del 50% de los que se arrepienten de haberse separado
dicen que no saben hasta qué punto han hecho bien con el cambio e, incluso,
tienen fantasías o deseos de recuperar a su pareja anterior. La otra mitad
comenta que, quizá, el cambio no ha aportado una gran mejora en la calidad de
la relación, pero no por eso quiere volver con la pareja anterior, sino que
decide aprender de la primera y la segunda relación y gestionar mejor la
tercera elección.
- ¿En
qué factores debemos fijarnos a la hora de elegir una pareja?
- Hay
tres referentes que nos ayudarán a hacer una buena elección.
- El
primero…
-
Atracción y un buen acoplamiento sexual, cosa que no es fácil, porque con la
sexualidad ocurre lo mismo que con el carácter, que no todo el mundo es
compatible.
- El
segundo…
-
Comodidad relacional. Es estar bien con el otro sin dejar de ser tú. Eso lo
reflejo en un aforismo del libro Los colores de la vida en el que digo que el
secreto de un buen matrimonio es casarte con el otro sin divorciarte de ti
mismo.
- Y el
tercero…
-
Orgullo social, es decir, que te guste que te vean con esa persona, que no la
has de esconder ni justificar ni decir “sí, es un buen chico”. Estás contenta
porque estás con alguien a quien ves valores y virtudes. Cuando se dan estas
tres condiciones, la relación se consolida.
- ¿Qué
es lo que más afecta al deseo sexual en la pareja estable?
-
Todas las dificultades y conflictos de la convivencia, pero también la propia
dinámica sexual deteriora el deseo porque te habitúas al sujeto erótico,
entonces, el principio de novedad, fundamental para que se despierte la libido,
se va atenuando.
-
¿Cuál es el peor enemigo de la pareja estable?
- La
saturación, entendiendo por saturación esas parejas que se acoplan tan bien
sexualmente que cada día hacen el amor y de golpe y porrazo al año están
asustados porque se dan cuenta que ya no tienen deseo.
- Y
aún queda otro gran enemigo.
- La
rutina, hacer las mismas cosas con la misma persona, a la misma hora, de la
misma manera, en el mismo sitio hace que a los cinco años ya no tengas ganas de
hacer nada. Por eso la sexualidad de pareja estable requiere de variación de
estímulos y complementos, de manera autorregulada, autoconsentida y mutuamente
deseada.
-
¿Estos estímulos que menciona puede incluir una tercera persona?
- En
la fantasía, sí; pero en la realidad, hay que ir con cuidado. Las parafilias
relacionales –en las que intervienen más de dos personas- son peligrosas porque
a los cinco años las parejas o bien han dejado de practicar esta sexualidad más
liberal o bien han roto la relación. El intercambio de pareja casi siempre
genera cambio de pareja ya que pueden haber enamoramientos alternativos o darse
cuenta de que no tiene sentido mantener estas relaciones dentro de la pareja
estable.
- ¿No
hay excepciones?
- A
veces estas parafilias relacionales, la más frecuente, el trío, pueden darse de
forma ocasional o situacional y eso puede enriquecer la sexualidad, pero hay
que ser comedido y no meterse en camisas de once varas sin estar muy seguro de
gestionarlo bien. Algunas parejas que han practicado intercambios han venido a
la consulta por el impacto psicológico y emocional que les ha producido. “Yo
estaba disfrutando con una mujer, pero cuando vi a mi mujer disfrutar con otro
hombre me puse a llorar”, me decía un señor.
- ¿Qué
más debemos saber sobre nuestra sexualidad?
- Que
la rutina sexual no se puede disociar de la rutina social. Es muy difícil que
tu pareja sea muy creativa en la cama y muy aburrida en la calle, o viceversa.
Por tanto, las dos rutinas, la gestión de la vida cotidiana y la de la cama, se
refuerzan o se neutralizan.
-
¿Hasta qué punto son importantes los pequeños detalles en las relaciones
amorosas?
-
Sobre todo son importantes para la mujer, que es muy detallista. El hombre con
su visión más pragmática cree que hay que pasar página; mientras que la mujer,
sin digerir algo, no perdona, no asimila, no acepta. Por eso casi todo desamor
empieza con una pequeña falta de atención.
- En
este aspecto también somos diferentes hombres y mujeres…
- El
hombre piensa que como quiere, ya no necesita demostrarlo; la mujer, como hace
una lectura más emocional, cree que si la quieren se lo han de demostrar. Y ahí
empieza la incomprensión entre la expectativa de la mujer y lo que el hombre
está dispuesto a dar. Por eso de cada cuatro parejas de mediana edad que
rompen, tres es por iniciativa de la mujer, y la mitad de ellas no es porque
tengan un enamoramiento alternativo; simplemente, se han defraudado, se han
desenamorado y han valorado que aquella relación no tenía la calidad suficiente
para mantenerla. En cambio, el hombre, mientras no esté mal, ya está bien
porque tiene menor expectativa.
- ¿La
pareja perfecta existe?
- No,
pero existe la pareja perfectible. Todas las parejas pueden mejorar por la vía
del automejoramiento personal.
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